sexta-feira, 1 de fevereiro de 2013


«La vida consagrada quiere ser signo de esperanza para una sociedad en crisis»
Entrevista a Elías Rayón, presidente de CONFER España, en el Día de la Vida Consagrada . El jesuita cordobés, Elías Rayón Lara (7937) preside la Conferencia Española de Religiosos y Religiosas, la CONFER, desde hace tres años y tres meses. Es la segunda vez que ocupa este cargo, pues ya lo hizo de 1994 a 1995. El padre Royón ha sido provincial de la Compañía de Jesús, consejero general y asistente territorial.
-PREGUNTA: ¿Qué es la CONFER? Una definición, una descripción 
-RESPUESTA: CONFER es un organismo de derecho pontificio constituido por los superiores y superioras mayores de los Institutos Religiosos establecidos en España, que hayan querido inscribirse en ella. Su misión institucional se resume en la tarea de promover y animar la vida religiosa apostólica dentro de la misión de la Iglesia; por tanto, establecer y fomentar la cooperación y coordinación con la Conferencia Episcopal y con cada uno de los obispos en sus diócesis. 
Para conseguir estos fines, CONFER promueve reuniones de estudio, congresos, asambleas, jornadas, cursos de formación, publicaciones etc. Y establece delegaciones regionales y diocesanas. 
-P: En noviembre de 2013 concluye su mandato. ¿Es posible la reelección? -R: No. No es posible; según nuestros estatutos solo pueden ser elegidos los superiores mayores; y yo ya no lo soy.

-P: ¿Cuáles han sido hasta ahora los principales quehaceres e hitos de su presidencia en CONFER? 
-R: En realidad trabajamos en equipo con la secretaría general y el consejo general. En el 2010 trazamos un programa con unos objetivos con dos ejes fundamentales: la esperanza y la comunión. Dos objetivos muy necesarios en la sociedad y en la Iglesia. 
Los hemos trabajado a diversos niveles y en diferentes ámbitos. Hacia el interior de la vida religiosa, en las asambleas generales cada año; en las actividades de las diferentes áreas de CONFER, así como también en los encuentros con las CONFER regionales y diocesanas que se han impulsado bastante. También se trabaja y se construye comunión en las relaciones y en la colaboración y participación pastoral en las diócesis. 
La vida religiosa se esfuerza en anunciar a Jesucristo como esperanza para esta sociedad inmersa en una crisis que afecta a tantos aspectos y no solo al económico. El testimonio de los religiosos y religiosas tan cercanos a los más desfavorecidos es una manera de llevar a cabo este anuncio. Creo que la nueva evangelización y el Año de la Fe están invitando a la Iglesia toda, y en ella a la vida religiosa, a una auténtica renovación y conversión. La comunión es una tarea que exige purificación del corazón.

-P: ¿Cuáles son las razones de las reestructuraciones y unificaciones de las provincias religiosas? ¿La más importante de ellas es la vocacional? ¿Cómo lograr que estas unificaciones sean verdadera novedad y gracia?
-R: Evidentemente que una razón para estas reestructuraciones es la disminución de los recursos humanos de las congregaciones. Pero sería un error pensar que ese es el único motivo. Hoy existe una presencia de numerosos laicos que colaboran en las Instituciones apostólicas en «misión compartida», con muy buenos frutos. Se pueden también hacer «reajustes» que no implican necesariamente una reestructuración. Las congregaciones pretenden, en la situación actual, continuar prestando el mejor servicio posible a la Iglesia y a la sociedad según sus propios carismas. Renovar y adaptar a los nuevos tiempos su dinamismo apostólico. No se trata de «cerrar», sino de discernir dónde hay más necesidad, dónde se puede ser más útil, qué nuevas fronteras sociales, culturales, espirituales ... exigen la presencia de los carismas religiosos. Yeso requiere reestructurar provincias, comunidades, obras apostólicas. 
Pero toda reestructuración lleva consigo ineludiblemente una auténtica renovación espiritual del cuerpo de la congregación; revitalizar su vida y misión. No se pretende una mera reestructuración organizativa. La vida religiosa y sus obras apostólicas no son empresas que se reestructuran con métodos puramente estratégicos. Resumiendo, podríamos decir que no nos preparamos para morir sino para vivir dejándonos llevar del soplo del Espíritu que nos regaló como don a la Iglesia.

-P: En medio de una gran penuria de vocaciones en Occidente y en España, ¿cómo trabaja CONFER las vocaciones? 
-R: Sí, ciertamente, hay una gran preocupación en toda la Iglesia, por la penuria de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Pero debemos ser conscientes que el futuro de la vida consagrada no se juega en el número de religiosos, sino en la radicalidad de nuestro seguimiento a Jesús; sin embargo, es legítima y responsable la preocupación por este tema. 
CONFER tiene un área dedicada a la Pastoral Juvenil y Vocacional que realiza una gran actividad. Cuenta con un equipo de quince religiosos, religiosas y laicos de diversas congregaciones, que organizan cada año varias jornadas de reflexión sobre diversos aspectos de la pastoral vocacional. A algunas de estas jornadas asisten más de 700 participantes. Tratamos principalmente de fomentar en las congregaciones el cultivo de una cultura vocacional, y de organizar equipos intercongregacionales en las CONFER diocesanas.

-P: La vida consagrada en España sigue realizando una ingente labor. ¿Podría darnos algunas cifras y los ámbitos de este servicio? 
-R: En la Iglesia española existen 6.000 comunidades religiosas, que pertenecen a unas 400 congregaciones religiosas; de las cuales 100 son masculinas y 300 femeninas. El total de religiosos son 49.000; de ellos 38.000 son religiosas, y 11.000 varones. A estos hay que añadir 11.500 religiosos y religiosas de vida contemplativa. Los números se completan con una enumeración de los campos donde están presentes en la evangelización de la Iglesia española: colegios, escuelas, hospitales, residencias de ancianos, centros sociales, atención a los más marginados, Universidad, cultura, revistas, parroquias, catequesis y Cáritas parroquiales, espiritualidad, teología ...

-P: ¿Qué conclusiones extraer, pues, de este mosaico que nos ha trazado? 
-R: Prefiero repetir palabras de los dos últimos Papas: Juan Pablo 11: el tercer motivo para celebrar la Jornada de la Vida Consagrada: «Hacer más viva la conciencia de los religiosos de su insustituible misión en la Iglesia y en el mundo» (2-2-1997). Benedicto XVI: «Deseo expresar mi vivo agradecimiento por todo lo que hacéis en la Iglesia y con la Iglesia a favor de la evangelización y del hombre». y al final de su discurso añadió: «Las dificultades no deben hacer olvidar que la vida consagrada tiene su origen en el Señor, es querida por El para La edificación y la santidad de su Iglesia, y por eso la misma Iglesia no será nunca privada de ella». (26 11- 2010).

-P: ¿Cuál es el origen y el sentido del Día de la Vida Consagrada? ¿Por qué su celebración en la fiesta de la Presentación del Señor? 
-R: La Jornada de la vida consagrada fue instituida por el beato Juan Pablo II en el año 1997 en la fiesta de la presentación que María y José hicieron de Jesús en el templo “para ofrecerlo al Señor”, (Lc 2, 22). La Presentación de Jesús es un icono elocuente de la donación total que hacen los religiosos y las religiosas llamados a reproducir en la historia, el estilo de vida que Jesús eligió para sí: pobre, casto y obediente. 
El mismo Juan Pablo II indicó tres objetivos para esta Jornada: dar gracias a Dios por el gran don de la vida consagrada a la Iglesia, promover en el pueblo 
de Dios su conocimiento y estima, y finalmente que los consagrados hagan más viva la conciencia de su misión insustituible en la Iglesia y en el mundo.

-P: Algunas ideas y propuestas para potenciar esta Jornada. 
-R: Nos gustaría que el Pueblo de Dios participara más en la celebración de esta jornada junto con los religiosos y las religiosas; que en las parroquias se celebrase la eucaristía con la presencia de religiosos y laicos.

-P: ¿Cuál es el lema de este año? Un breve comentario 
-R: El lema de este año está relacionado con el Año de la Fe. Se ha tomado precisamente de Porta fidei: «Signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo». 
Los religiosos y religiosas, nos sentimos convocados a ser los testigos creíbles que la Iglesia y el mundo necesitan hoy para abrir el corazón de muchos al deseo de Dios; invitados en este Año de la Fe, a preguntarnos si somos en nuestro mundo las huellas del amor y la bondad de Dios. 
El Resucitado vivió el mundo de su tiempo; se hizo presente en una gran diversidad de escenarios; acompañó situaciones de desolación y de fe vacilante como en la Magdalena, de encerramiento por miedo al entorno como la comunidad de Jerusalén, de desesperanza por el fracaso en los discípulos de Emaús, de individualismo en la exigencia de señales para creer como Tomás ... 
Todas ellas son también hoy fronteras en nuestra sociedad; a ellas se nos envía para ser signos de la presencia del Resucitado, y hacer así más visible y más creíble a su Iglesia. 
Esa es la responsabilidad misionera de la vida religiosa, que se nutre de la escucha atenta de la Palabra, «tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual» (PF, 15), concretando esa Palabra del Señor, como signos de la presencia compasiva de Jesús que «pasó por el mundo haciendo el bien» curando a todos de sus enfermedades y dolencias. (cf. Hech 10, 38; Mc 32, 34) .•


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